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Selectividad alimentaria

Cuando la comida se convierte en un desafio

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Muchos niños autistas muestran una relación especial con la comida. A veces solo aceptan unos pocos alimentos, otras se resisten a probar cosas nuevas o rechazan ciertas texturas, colores u olores. Este comportamiento en la mayoría de los casos, responde a cómo su cuerpo percibe los estímulos sensoriales o procesa los alimentos a nivel digestivo.

Para las familias, la hora de comer puede ser un momento de frustración, culpa o cansancio. Pero entender las causas puede transformar la experiencia: no se trata de obligar, sino de acompañar desde la comprensión sensorial y biológica.

¿Por qué los picky eaters son tan frecuentes en el espectro?

Los estudios recientes plantean que la selectividad alimentaria está profundamente conectada con factores sensoriales, digestivos y metabólicos:

Procesamiento sensorial

Algunos niños autistas experimentan el sabor, la textura o la temperatura de forma mucho más intensa. Un sonido de masticar, una textura arenosa o un aroma fuerte pueden ser dolorosos o invasivos. Rechazar ciertos alimentos es una forma de autoprotección sensorial, no de capricho.

Microbiota intestinal y digestión

El intestino y el cerebro están profundamente conectados. En el cuerpo habita una comunidad inmensa de microorganismos —bacterias, hongos y otros seres microscópicos— que viven principalmente en el sistema digestivo. A ese conjunto se le llama microbiota intestinal.

El microbioma, en cambio, es el nombre que se da al material genético de todos esos microorganismos: su “huella biológica”. Juntos, microbiota y microbioma influyen en la digestión, la absorción de nutrientes, la producción de serotonina y la regulación del sistema inmunológico.

En muchos niños autistas se observa una baja diversidad bacteriana en el intestino, lo que puede afectar su digestión y su tolerancia a ciertos alimentos. Una dieta limitada reduce la variedad del microbioma, y eso a su vez agrava las restricciones alimentarias: un círculo difícil de romper.

Deficiencias nutricionales

Cuando la dieta se reduce a pocos alimentos (pan, papas, arroz o yogures), puede haber déficits de hierro, zinc, vitamina D, B12 y ácidos grasos omega-3, que influyen en el sueño, la atención y el estado de ánimo.

Ansiedad y control

Muchos niños en el espectro necesitan predecir lo que ocurre. Comer lo mismo cada día puede ser una forma de mantener control sobre un entorno lleno de estímulos impredecibles.

Qué puedes hacer en casa

Estas estrategias buscan reducir la ansiedad y ampliar la variedad alimentaria con respeto, sin forzar:

1. Entorno sensorial tranquilo

Reduce ruidos, olores fuertes y luces intensas durante las comidas. A veces basta con un cambio de lugar o plato para mejorar la disposición del niño.

2. Anticipación y visualización

Usa pictogramas o horarios visuales con los pasos: sentarse, oler, tocar, probar. Permitir que el niño vea y manipule la comida sin presión crea familiaridad.

3. Exposición progresiva

Ofrece pequeñas porciones de un alimento nuevo junto a otros ya aceptados. Si solo mira o huele el nuevo alimento, eso ya es un avance.

4. Participación

Involúcralo en el proceso: elegir, lavar o servir. La participación aumenta la tolerancia y la curiosidad.

5. Evita la lucha

Nunca obligues a probar. La presión solo refuerza la aversión. El objetivo es confianza, no cantidad.

Cómo cuidar la nutrición cuando la terapia no es una opción

Las terapias de alimentación especializadas pueden ser costosas o inexistentes en algunos países. Sin embargo, existen formas de compensar carencias y proteger la salud bajo supervisión médica:

Suplementación segura

Un pediatra o neurólogo puede solicitar pruebas de sangre para detectar deficiencias y recomendar suplementos como:

  • Multivitamínicos balanceados, específicos para niños con TEA (sin colorantes ni sabores artificiales).

  • Omega-3 (EPA/DHA) para apoyar la función cognitiva.

  • Zinc y hierro, si se detectan niveles bajos.

  • Vitamina D y complejo B, esenciales para el metabolismo energético y la regulación emocional.
     

Apoyo digestivo y microbiota

El uso de probióticos específicos (como Bifidobacterium infantis o Lactobacillus plantarum) puede mejorar la digestión y reducir molestias intestinales, siempre con indicación profesional.

Nutrición sensorial positiva

Introduce alimentos nuevos mediante textura o color similar a los que ya acepta (por ejemplo, puré de zapallo si come puré de papa). Las repeticiones crean seguridad.

Cuándo buscar apoyo profesional

Consulta con un especialista si:

  • El niño pierde peso o talla.

  • Solo acepta menos de cinco alimentos diferentes.

  • Presenta estreñimiento, diarrea o dolor abdominal frecuente.

  • Muestra rechazo total al comer o vómitos persistentes.

 

Un equipo interdisciplinario (nutricionista, terapeuta ocupacional, pediatra o gastroenterólogo) puede acompañar desde un enfoque sensorial y biológico, no conductual. El objetivo no es “enseñar a comer” ni eliminar conductas, sino comprender qué sensaciones o funciones del cuerpo dificultan la alimentación.


Un enfoque sensorial y biológico busca identificar las causas —como hipersensibilidad oral, problemas digestivos, deficiencias nutricionales o ansiedad ante nuevas texturas— y abordarlas desde el bienestar físico y la regulación emocional, no desde la obediencia o el control.

Para recordar

Comer no es solo alimentarse. Es una experiencia sensorial, emocional y biológica.
Cada pequeño paso hacia la calma a la hora de comer es un logro.

La meta no es “curar” ni “normalizar”, sino ayudar al cuerpo a sentirse mejor para que la mente esté en calma.

Fuentes y referencias:

  • Adams, J. et al. (2025). Autism and Gut Health: Microbiota Transplant. Autism Parenting Summit 2025, Reino Unido.

  • Weiss, M., Whitney, T. (2025). Regenerative and Integrated Medicine in ASD. Autism Parenting Summit 2025.

  • Adams, J. (2025). Autism and the Healing Power of Food. Autism Parenting Summit 2025.

  • Nguyen, T. et al. (2022). Gut microbiota and behavioral symptoms in children with ASD: A systematic review. Frontiers in Psychiatry, 13:862827.

  • Holt, K. et al. (2023). Micronutrient supplementation in autism spectrum disorders: A review of clinical trials. Nutrients, 15(3):721.

  • Mazurek, M., & Vasa, R. (2022). Feeding problems and sensory sensitivities in children with autism. Pediatrics, 150(Suppl 2):S154–S163.

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Este contenido está basado en investigación y en publicaciones de especialistas en autismo y regulación sensorial. No reemplaza evaluación profesional ni intervenciones terapéuticas. Es un recurso emocional y educativo para acompañar a familias.

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